J.D.Salinger

¿Sabes lo que me gustaría ser? ¿Sabes lo que me gustaría ser de verdad si pudiera elegir? (...) Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecerá una tontería pero es lo único que de verdad me gustaría hacer. Sé que es una locura.

Helmut Newton

Helmut Newton

domingo, 16 de septiembre de 2012






J.A. ha escrito sobre el hallazgo incrédulo de una profesión. Lo ha escrito ahora después de unos cuantos años de hacer sofritos con espuma de sangre barata. Se ha lanzado a hacer de sumiller de los copones de Cristo. J.A. es un beato copto, un probador de venenos de primera, un criador de ranas flecha, y quizá también, y esto es un sentido homenaje… “un borracho y un cerdo”. Luego viene paseando con su galgo mientras le enseña el abecedario y me pregunta a mí, que no le quito el ojo de encima al cepo del aburrimiento mismo, también borracho y cerdo: “Sobre la profesión no hay casi nada que decir –digo yo-, es en realidad como hablar del ensimismamiento. Quizá lo peor que se puede decir es que la profesión consume la espontaneidad, lo cual es ya mucho peor que cualquier adicción o entretenimiento que conozca”.

Durante la última semana leo el libro que G. me dejó, la biografía oral de Jack Kerouac de Barry Gifford. Kerouac pasaba de un empleo a otro y a otro y al siguiente, saltaba de profesión en profesión, pero luego en la noche de los tiempos vivía para la máquina de escribir, para el jazz y para la bencedrina. Luego vivió para el alcohol y luego de Big Sur dejó de vivir, pero mientras tanto cambiaba de profesión constantemente: “Haced que brote de vosotros el canto de vosotros mismos… A vuestra manera, que es la única manera posible, buena o mala pero siempre honesta, espontánea ya que no profesional. La profesión es profesión”.

La mayoría de las profesiones no son acertadas, no son adecuadas, no tienen nada de subterráneo, son a plena luz y se desarrollan en la más gratuita soledad y envueltas en un manto de pesadumbre. La creación (o el placer, que es la creación de los que son profesionales de lo suyo, quizá el rostro limpio de la verdadera creación) justifican el hastío de la profesión. El placer o la creación sobreviven ocultos… ahí está la mejor versión de Kerouac que no se deja ver, que tiene cientos de profesiones intrascendentes y luego vive su vida real con la polla colgando a la sombra del escritorio. Nuestras pollas todavía temblequean en las terrazas de tejas rojas y paredes blancas como un girasol, esperando una razón definitiva para ocultarse y vengarse de la sucia tradición de la vida sacrificada como motivo de profesión.

1 comentario:

  1. meses después me sigue emocionando.
    el otro idiota con profesión aún más idiota

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