J.D.Salinger

¿Sabes lo que me gustaría ser? ¿Sabes lo que me gustaría ser de verdad si pudiera elegir? (...) Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecerá una tontería pero es lo único que de verdad me gustaría hacer. Sé que es una locura.

Helmut Newton

Helmut Newton

jueves, 26 de agosto de 2010

IX. THE VELVET UNDERGROUND


En este verano de las oportunidades habría que repoblar las rotondas, esos circulos casi vírgenes de césped donde habitan las palomas más místicas. En esas isletas perpetuamente amenazadas por los coches, las palomas construyen su yoga con el humo de los tubos de escape y su marginación, se saben no deseadas, nadie quiere llevárselas en bolsas de redecilla para merendárselas asadas y eso las deja tranquilas en el centro mismo de la ciudad donde nadie mira. En el centro de la nada hay otra fiesta, porque lo dice Juarroz y en mi cabeza lleva semanas resonando como un mantra hasta la extenuación.

En el verano de la ciudad, ésta se abre como una máquina tragaperras averiada, donde descubres de un vistazo todos los trucos, todos los pequeños resortes y engranajes viciosos. También descubres que dentro en realidad no queda ni un puto duro, que solo va a funcionar con lo que tú eches. Yo ya estoy hasta la polla y me voy a aprovechar de la debilidad del asfalto, que se está ahumando en el agosto. Se acabaron estas tristezas de trilero, estas bolitas de cromo en los bolsillos que no puedo aprovechar porque está muy feo engatusar. Estoy deseando robarle el alma de un tirón a los que presumen de no flaquear y echarme a correr en dirección a la sierra para ocultarme en el bosque. Y a ver entonces qué haces, soplagaitas. Con tu alma en mis manos y yo usándola de cebo para cetrerías.

Yo quiero pensar que el verano traerá la revolución, que la belleza será convulsiva o no será nada. ¿Que la revolución es solo un sentimiento, Pier Paolo? Adelante entonces, y además adrede. Los sentimientos sangran y hacen costra y se reinfectan y hacen fiebre de la de delirar (¿Me la está chupando un ángel con un transistor encendido en la cabeza? ¿Qué es eso en la pared que cuelga como una rata muerta pero que huele a campo de girasoles?). Eso lo he visto hasta la jodida saciedad.

Ahora ha llegado el tiempo de los asesinos. Pero lo que nos vamos a cargar no tiene rostro, tiene solo la virginalidad de un culo al que nunca se la han metido hasta el fondo.

domingo, 15 de agosto de 2010

Se van las vacaciones como se va una borrachera de vino caro, dejando una resaca pestilente y atormentada. Juraría que he evacuado sangre en algun momento y que estoy en medio de un mareo infinitesimal. Este próximo año pinta prometedor: unas cuantas noches no consecutivas de muertes y muertes entrelazadas de hospital, seres inocentes que no tienen fuerzas para llorar ni quejarse porque se concentran en vivir a través de un tubo de oxígeno. Quiero pensar que todos mis próximos muertos han buceado este verano en arrecifes que justifican una vida.

Hay arrecifes que justifican una vida, tiene que haberlos, porque los niños que van a morir en mis noches de no dormir, en vela junto a sus camas, tienen que soñar que bucean y juguetean con las anémonas peinándoles los cabellos gelatinosos y rosas, sabiéndose los reyes del mar. Yo voy a trabajar sus cuerpos desanjelados con calma, quizá hasta rece a los océanos para que les tenga en su gloria mientras les infundo vida en forma de droga. Me gustaría que soñaran que bucean de nuevo mientras les ajusto el tubo endotraqueal, me gustaría pensar que estamos solamente hablando de zambullirse en el mar.

No creo que una vida como esta pueda elegirse, creo que te tropiezas con ella como por accidente.