J.D.Salinger

¿Sabes lo que me gustaría ser? ¿Sabes lo que me gustaría ser de verdad si pudiera elegir? (...) Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecerá una tontería pero es lo único que de verdad me gustaría hacer. Sé que es una locura.

Helmut Newton

Helmut Newton

domingo, 26 de septiembre de 2010


He salido esta tarde de mi casa para buscar la pierna gangrenada del caballero Diego Hurtado de Mendoza.

El 10 de agosto de 1575, este noble hidalgo, diplomático, caballero y poeta, sufrió la amputación de su pierna accidentada, encontrando reposo en la iglesia de los Santos Justo y Pastor. Cuatro días esperó la pierna hasta la muerte de su dueño. Don Diego fue enterrado finalmente en el Monasterio de La Latina de Madrid. No he encontrado mención alguna acerca del lugar de reposo definitivo de la pierna, parece probable que ambos fragmentos ergonómicos recibieran sepultura definitiva por separado, por lo que esta tarde he salido a buscarla.

"Yo, como don Quijote, me invento pasiones sólo para ejercitarme". Voltaire dixit. Las últimas hipótesis, un estudio paleográfico difundido en marzo de 2010, apuntan a Don Diego como probable autor del Lazarillo de Tormes, libro inmortal, primera novela moderna. Como aventura para ejercitarme, la búsqueda de la pierna perdida de este gallardo me ha parecido de las mejores. He ido a la iglesia de los Santos Justo y Pastor en la calle del Dos de Mayo, en Madrid. Había misa de ocho por lo que no he podido preguntar al párroco la información que necesito. Prometo volver de tanto en cuanto, a ver si descubro algo. Se lo debo a las novelas y a las piernas venideras.

jueves, 23 de septiembre de 2010


Veo la fotografía de la nueva prosa joven catalana sentada en los escalones de madera de alguna biblioteca antigua y parecen monologuistas del club de la comedia. Ahora se ponen nombres a las generaciones para quitarles importancia, nombres de marcas de ultramarinos. Les ponen nombres imbéciles para no nombrar lo imbéciles que resultan. Las generaciones antiguas también tenían mucho de corporativistas, pero algunos se reunían en los cafés y se sajaban las tripas a machetazos o se robaban las novias los unos a los otros para luego reconocerse misóginos cuando no homosexuales. Se dice en el artículo adosado a la tal fotografía: "no se leen entre ellos, no se conocen, dialogan más con los autores muertos y en cambio eso es muy necesario para ver qué hace tu lengua, para intercambiar elementos de la cocina de cada autor: ver quién busca qué y por qué y qué pretendía con ello". En resumidas cuentas: Las generaciones cada vez menos verdaderas, cada vez más aburridas, resultan cada vez más convenientes para el conjunto editorial.

Los editores son el segundo pedazo de mierda más grande de este jodido mundo... después de los escritores. Porque ante el constante ninguneo que los escritores sin libro reciben por parte de los cose-folios, y estamos hablando de gente que escribe bien de verdad, éstos responden con verdadera ilusión, con verdadero "masoquismo de autor", al ver su obra consagrada por fin en la editorial de turno con cuarenta imbéciles más que en lugar de buscar nuevas vías de distribución literaria, se conforman con las antiguas que ya cayeron en manos de los proxenetas, estos organizadores de orgías literarias donde todo es vergüenza y timidez y flacidez, donde no hay estancias para la intimidad de cada uno, donde no se jode como es debido a pesar de la indecencia, porque todos somos, en el fondo, hijos bastardos de la vieja literatura, pero además hijos fallidos, hijos pródigos que ni siquiera vuelven a casa de vez en cuando para discutir.

miércoles, 15 de septiembre de 2010


Cae la primera hoja verde del otoño en el Retiro. Josele dedica un tema al perro que escucha el concierto desde la primera fila. En el bar pido un zumo de kiwi y ahí nadie pilla la broma. El perro ladra entusiasmado durante el estribillo.

¡Os maldigo!

sábado, 11 de septiembre de 2010


El ciudadano común, el ciudadano aburrido va acaparando las primeras páginas de los periódicos y cuanto más dinero quiere agasajar con el escándalo más entretiene al personal. Antes aparecía solo muy de vez en cuando, el pobre, en las esquelas y poco más. Algunos hasta varias veces, no solo con la muerte. Lo de los aniversarios en las esquelas debería restringirse, pienso yo, porque últimamente parece que no se muera nadie... todo son aniversarios y ni uno nuevo incluyen en el almanaque de los siglos. Y es que los vivos saben que hay que volver a los ritos gratuitos en este valle de lágrimas.

Yo, ahora que la ciudad se está volviendo after-pop, estoy pensando en abrir una revista con esquelas de todos los colores. Un aviso de muerte psicodélico siempre engrandece más la vida que la mierda esa del ABC que ya es muerte pasada de moda y que además no cumple con el objetivo publicitario que es la esquela mortuoria, terreno donde se infringen todas las leyes básicas de la publicidad. En mi revista estarán prohibidas las esquelas de aniversario, porque eso es matar dos veces al director gerente y ni un solo capullo hay que lo merezca.

Algunos personajes estarán prohibidos en mi revista, claro está, queda reservado el derecho de admisión. Se va a vender en kioskos y habrá curiosidades y novedades todas las quincenas, epitafios célebres de humoristas muertos, entrevistas y reportajes de las funerarias que más innoven. Además la llamada al luto deberá ser curiosa:

Todos los que quieran hacer una pausa en sus vidas para mostrar afectación por la muerte de ... y así recordarle deberán reunirse el miércoles al atardecer en la colina de las Vistillas vestidos de riguroso naranja con una mazorca de maiz en la mano derecha.

A veces es que a la muerte hay que tomársela con alegría, sobre todo si es la de uno mismo y no hay muchos allegados.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Los poetas se esfuerzan en dotar a la calle de romanticismo urbano, como si el verso saliera del grifo de las fuentes para mojar la bragueta de los duques. Leo en los autobuses los carteles de "Poesía en la calle", "Ni un día sin Poesía" y mierdas por el estilo, donde algunos poetas suenan horteras ya a las 7 de la mañana. El hastío conviene a la poesía como el granizo conviene a las urracas porque pela los campos de garrotes y seres humanos. Algunos poetas existen que suenan cojonudo siempre y que sirven de referencia moral para el que madruga o el que se acuesta de día, que en realidad es el único que necesita colgar poesía sobre la cama como un Santo Cristo de Limpias.

Yo tenía santos y cristos en la mesilla a los que les faltaban los dedos porque habían estado enterrados cuando vinieron los rojos. Algunas veces hasta me hablaban en las noches de la fiebre y siempre les mostré respeto por lo de enterrados en vida. Hubo un momento que me dijeron: "Chaval, ya tienes 14 años y no te vas a pegar la vida aquí escuchando nuestras historias de alambre y porcelana vieja, así que coje lo que te sirva y desaparece".

Entonces vino la poesía como una madre sudorosa a celebrar los inviernos. Tengo a la muy puta guardada entre los trastos viejos y la voy rescatando en los días de las victorias venideras, porque han estado enterrados, los poemas, y han cogido la fuerza de los santos martirizados para volver a los consejos y las fiebres, para poblar el rincón de la casa que te hace olvidar la peste de los autobuses.