J.D.Salinger

¿Sabes lo que me gustaría ser? ¿Sabes lo que me gustaría ser de verdad si pudiera elegir? (...) Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecerá una tontería pero es lo único que de verdad me gustaría hacer. Sé que es una locura.

Helmut Newton

Helmut Newton

sábado, 22 de octubre de 2011

Chema Madoz

Ohio, 10/22/11

A veces el mundo te hace llorar, C, y yo que en nuestro cuarto no soy sino cómplice del mundo lo odio a él y a mí mismo, hasta que el aliento me huele a carne cruda de masticar arrebatos. El mundo trae sus ausencias a pasear bajo la lluvia de la tarde, el mundo sabe cómo hacer envejecer a los amantes, sabe exactamente qué mostrarles, y a los que no amaron nunca los perdona con una benevolencia sin reproches insultante.

La tarde es barata para quien no la contempla y a quien extraña otras tardes de la infancia se le arranca un tributo de piel y un pétalo aún húmedo de cercanía. A cada tarde crecen menos y peores capas, a cada tarde la sierpe se marchita un rato antes, a cada tarde se adhiere más firmemente la mortaja.

La lluvia de la tarde es amazónica, imperturbable. Hemos salido a la tapia a insultar a las goteras del mundo y el tiempo oxidó todas las cacerolas que ahora resuenan como tambores de cuero mojados e inservibles. La novela de la infancia la dictó un viejo innoble, caduco, como las hojas de los otoños que se pudren en el suelo, a cada año, quizá, más facilmente.

¿Cómo poder dormir, mientras que tú tiritas
en el rincón más triste de mi cuarto?
Gil de Biedma

martes, 11 de octubre de 2011


Ohio, 10/11/11

Varios viajes nos han mantenido a flote en las últimas semanas.
El coche alquilado ya no es solo un coche, es un gran órgano de pez, una vejiga natatoria repleta de aire, una bolsa que permite flotar sin agotarse.