J.D.Salinger

¿Sabes lo que me gustaría ser? ¿Sabes lo que me gustaría ser de verdad si pudiera elegir? (...) Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecerá una tontería pero es lo único que de verdad me gustaría hacer. Sé que es una locura.

Helmut Newton

Helmut Newton

martes, 26 de octubre de 2010

XII. FRANCISCO UMBRAL


- ¿Dios existe o soy yo que estoy equivocado?
- Usted está equivocado, pero Dios también.

Entrevista a Francisco Umbral.

miércoles, 20 de octubre de 2010


Hay canciones que te visitan en tardes como estas y te devuelven al desgarro de los años pasados, los años de la tristeza absoluta, los años de la depresión más íntima. Esos años donde cualquier escusa era buena para huir de las calles y las avenidas que te habían visto crecer, torcido, con los brotes arrancados, como un árbol escuálido. La ciudad que me atormentaba quizá ya no es la misma ciudad porque las almas de los amigos muertos ya no la sobrevuelan, porque el frío de la necesidad de otros lechos, el aburrimiento de la misma cama todo el tiempo ya no me coge desprevenido sin una cerveza en la mano y un pitillo con el que mirar para otro lado con contundencia. Ahora veo todo eso y lo canto con voz ronca y dodecafónica: que la vida está para follársela manchando las sábanas con lo que venga, y yo no lo sabía. Pienso en esos años de sacrilegio y me recuerdo triste casi todo el tiempo, creo que no es una exageración. He pasado triste la mayor parte de los años de mi juventud y decir que no me arrepiento quizá sería mentir.

Echo en falta, en verdad, la libertad de la huida, la nutrición que nos dió la carretera, la fuga disociativa del soldado que ha visto morir a sus amigos y a la que creía su patria, que al final resultó ser peor que una madrastra pedófila. Echo en falta los autobuses de noche, por carreteras secundarias, la fantasía de tener a los lobos al otro lado del cristal, acechando muy de cerca. El brillo de otras ciudades en el fondo del horizonte, la promesa de que había otra vida que me estaba esperando, la duda de si esa vida se cansaría de esperarme.

Avanzan los años y las canciones te devuelven al agujero del que has salido, sin ninguna compasión, así de bruces, como debe ser. Hay cosas que se han resuelto, pero hay cuentas pendientes todavía. Hoy hay grandes amigos esperando al otro lado del teléfono, quizá nuestros teléfonos hablan entre ellos cuando parece que están en silencio encima de la mesa (Pamuk dixit); hay grandes historias que nos han pasado y que casi nadie sospecharía, hay leyendas escritas sobre el asfalto y las aceras y firmadas con la orina de nuestra tristeza.

Tenemos todo para coger el pasado entre las manos y poder decir, con el poeta: fue una época.

sábado, 16 de octubre de 2010

Perro enterrado en arena.
Francisco de Goya

He cenado un plato de rúcula y leche fresca del día y como es madrugada del sábado no he querido salir a los bares ni a compartir nada con nadie, he querido quedarme en el sofá escuchando la música que me hace feliz desde siempre casi a oscuras. Luego quizá salga a dar un paseo por el nuevo barrio y mire los rincones más oscuros buscando a los murciélagos. He visto algunos revolotear con su batir de alas anárquico y ebrio en otras noches de mayor entusiasmo. Llevo puesto mi batín verde de cuadros, con rayas rojas y amarillas. Con él atesoro la energía que necesito para quedarme en casa y no hablar con nadie. Es el segundo batín que he tenido, el primero era uno gris con rayas azules que heredé de mi abuelo. Creedme, una herencia así es como para estar orgulloso. El batín es esta noche lo que para otros es la chupa de cuero o la navaja en el bolsillo. El arma con la que me camuflo o me defiendo de la ciudad. Cuando ya no pueda abrigar a los fantasmas con él iré a alguna perrera y me traeré un chucho simpático al que llamaré Sue.

Estoy pensando que debería sacar unas pechugas de pollo para que se descongelen. He empezado a congelar el pollo en bolsas individuales, así por raciones. En cada bolsa escribo la fecha y luego debajo un verso o un lema o algo, con rotulador permanente. Me gusta porque escribo cosas que me parecen importantes, con afán de permanencia, pero en un lugar inadecuado, por lo que quince días después tienen que ir por fuerza a la basura, mojados y apestando a sangre de pollo.
XI. JOHNNY CASH



Escúchenlo y siempre volverán a sus cabales.
Bob Dylan sobre Johnny Cash

martes, 12 de octubre de 2010

X. FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS


La causa por que han muerto y destruído tantas y tales e tan infinito número de ánimas los cristianos ha sido solamente por tener por su fin último el oro y henchirse de riquezas en muy breves días e subir a estados muy altos e sin proporción de sus personas (conviene a saber): por la insaciable codicia e ambición que han tenido, que ha sido mayor que en el mundo ser pudo, por ser aquellas tierras tan felices e tan ricas, e las gentes tan humildes, tan pacientes y tan fáciles a sujetarlas; a las cuales no han tenido más respecto ni dellas han hecho más cuenta ni estima (hablo con verdad por lo que sé y he visto todo el dicho tiempo), no digo que de bestias (porque pluguiera a Dios que como a bestias las hubieran tractado y estimado), pero como y menos que estiércol de las plazas. Y así han curado de sus vidas y de sus ánimas, e por esto todos los números e cuentos dichos han muerto sin fee, sin sacramentos. Y esta es una muy notoria y averiguada verdad, que todos, aunque sean los tiranos y matadores, la saben e la confiesan: que nunca los indios de todas las Indias hicieron mal alguno a cristianos, antes los tuvieron por venidos del cielo, hasta que, primero, muchas veces hubieron recebido ellos o sus vecinos muchos males, robos, muertes, violencias y vejaciones dellos mesmos. [...]

Entre infinitas maldades que éste hizo e consintió hacer el tiempo que gobernó fué que, dándole un cacique o señor, de su voluntad o por miedo (como más es verdad), nueve mil castellanos, no contentos con esto prendieron al dicho señor e átanlo a un palo sentado en el suelo, y extendidos los pies pónenle fuego a ellos porque diese más oro, y él envió a su casa e trajeron otros tres mil castellanos; tórnanle a dar tormentos, y él, no dando más oro porque no lo tenía, o porque no lo quería dar, tuviéronle de aquella manera hasta que los tuétanos le saltaron por las plantas e así murió. Y destos fueron infinitas veces las que a señores mataron y atormentaron por sacarles oro.

Brevísima relación de la destrucción de las Indias
(año 1552)

FELIZ DÍA DE LA RESISTENCIA INDÍGENA

viernes, 8 de octubre de 2010

Irrealidades 1


Entro en un bar oscuro que tiene las paredes descascarilladas. En la puerta el dibujo de un niño crucificado con una corona de espinas. Solo hay dos focos reflectantes de luz blanca en dos esquinas. Miro al camarero que de pié en la barra está ofreciendo comida a un grupo de murciélagos albinos enjaulados. Hay ocho personas sentadas por separado en el suelo, en colchones blancos que brillan con las luces reflectantes. Huele a marihuana y el humo blanco parece sentir apetito por un espejo de marco de mármol con columnas que preside la pared vacía del fondo. Suena Into the Groove(y) de Ciccone Youth. El camarero deja a un lado el cuenco con los trozos pequeños de lagarto para los murciélagos y me da la bienvenida afablemente. Sé que los trozos son de lagarto porque algunas escamas verdes y amarillas todavía brillan como ojos de serpiente entre la maleza. Me pone una jarra de cerveza negra, que sabe un poco a brandy al primer sorbo, y una manzana al horno en un plato de té. He traido mi paraguas plegable. Encajo la curva del mango en la barra y me anudo la funda que lo recubre al cinturón. Así puedo beber lo que quiera sin caerme.

Un muchacho de los que están sentados en los colchones se acerca y apaga un cigarrillo sobre la manzana que aun no he tocado. Lleva los labios pintados de azul metálico y una camisa negra de cuero desabrochada. Le cuelga del cuello un cordel con un nudo que sujeta un abrebotellas. Decido dar una segunda oportunidad a su insolencia y le pregunto qué cojones quiere.

- ¿Puedo comerme tu manzana?
- Sí, siempre y cuando consigas que el camarero me sirva otra.

Ya en el callejón le rompo una botella de cerveza en la cabeza. Cuando queda inconsciente en el suelo le corto el cordel con mi navaja y me guardo el abrebotellas en el bolsillo. Vuelvo a casa con el paraguas colgado del cinturón y pisando charcos.

martes, 5 de octubre de 2010


La mayor felicidad consiste en que uno pueda quedarse a solas con su inmundicia y su miseria. También lo es no dejar que nadie te vea. ORHAN PAMUK

Hay días en que el exterminio del optimismo es la más insuperable fuerza vital. Hay días en que la alegría no es suficiente, se necesita el abatimiento y la marginalidad para preservar el pequeño fuego de la felicidad en una pequeña celda solitaria entre las manos, a salvo del aliento pestilente y frío de los demás.

No tengo talentos, no tengo ambiciones específicas, no tengo especial respeto por mi día a día. Solo tengo una felicidad que salvaguardar. Por ella avanzo pisoteando los corazones de los serviles y los pusilánimes.