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Banjo Sailor. Chad Elliott |
Abro una botella de vino blanco y escucho un programa de bluegrass en la radio.
Yo sabía que la radio tenía que volver en algún momento a llenar el silencio de mi noche en las buhardillas. Este silencio se mueve por aquí con un ánimo de culo de camello en la noche del desierto, incrédulo del frio, casi hambriento de animales desconocidos, con un hambre que hace desgarrar y quebrar huesos a los propios herbívoros. Las cepas sin pellejo bailotean con los pastos azules de Kentucky y ya no echaré de menos las luces amarillas del televisor, ahora que todos los programas los recuerdo con una asepsia de diferido, ahora que quiero el instante vivo de la radio, el error del sonido entrecortado.
Una canción termina y el locutor, que tiene voz de haberse quedado dormido soñando con lolitas, enumera las anécdotas de vida de estos hombres de música y yo así como ensimismado recuerdo ese párrafo de Henry Miller en que dice que acariciar un coño es como tocar el banjo.
¿Eso decía Henry Miller? ¡Vaya! Me gustaría que alguien me confirmara esa hipótesis... necesitamos a alguien que haya tocado un banjo alguna vez.
ResponderEliminarLo que me hace preguntarme otra cuestión: ¿será más fácil tocar un coño que un banjo? Yo creo que posiblemente no, pero ponemos más empeño en lo primero.