
Escribo mientras acaricio el vientre amarillo de mi precioso caimán de plástico, del color del curry. En una de las franjas horizontales de sus cartílagos ventrales pone, en letras casi inapreciables:
2007. WING CROWN. CROCODILE. MADE IN CHINA.
Siempre he tenido caimanes de plástico, desde que mis padres compraron mi primer caimán en una tienda a la orilla del mar. Esta tarde iba a ir a pasear al parque porque el día estaba precioso y todo eso, y yo estaba algo jodido por el trabajo de hoy, porque he salido tarde y he tenido que hacer parte del trabajo de una vieja que ya sólo va para quejarse y marcharse lo antes posible, condenando la felicidad laboral de nosotros, los jóvenes con esperanza, pero al llegar a casa el caimán ha empezado a llorar como un bebé hambriento y a poner ojos así como de caimán de plástico sin vida y me he obligado a esperar al anochecer. Por tanto escribo algunas cosas que vienen pasando ultimamente.
1. J.A. y yo nos disponemos a escribir un guión de cine. Lo decidimos el otro día espontáneamente entre tinto y tinto de verano en una terraza. El viernes tengo que enviarle sin falta los 10 mandamientos del proyecto, unas cuantas premisas que pueden ser incumplidas en cualquier momento por cualquiera de los dos. Seguro que este proyecto sin fundamento llegará a buen puerto, el único afán es el de construir una historia lo más excéntrica posible y alejada de las posibles interpretaciones del post-modernismo. Quizá éste sea el primer mandamiento, como dijo Dios, el más importante, del que derivan todos los demás, el que puede incumplirse de la manera más fea.
2. Tengo pendiente ir a la Academia de cine para ver Une Giraffe de Buñuel, un proyecto que han recuperado unos cuantos sobre un poema visual diseñado con Giacometti. Seguro que al final se me olvida y me molestará al darme cuenta.
3. El otro día fui al mercado y me desenvolví con soltura. C. se sintió orgullosa. Calculo a la perfección los gramos necesarios para todas las comidas. Fresas, puerros, muslos de pollo, sólo se me fue la mano con las acelgas y ahora necesito 15 amigos que vengan a degustarlas. Al caimán no le gustan ni ver, ofreciéndoselas giró la cabeza y balbuceó contrariado: "Matafrailes". Este caimán domina el argot de los pueblos de Teruel con una facilidad que me deja helado.
4. Asistí a la exposición de Chardin del Prado la misma mañana en que J.A. estaba chapoteando en calzoncillos en una ciénaga de la pradera de San Isidro, después de una noche de alcohol y drogas psicotrópicas. Me gustaron los bodegones de Chardin, los primeros son magníficos, con rayas y arenques y platos de ciruelas y gatos acechándolos de pelo erizado. También los que pintó en los últimos años, aunque éstos ya parecen una ofrenda de gratitud, una despedida del mundo, mientras que los primeros tienen la frescura de una mesa lista para comer preparada por un Caín ingenuo, por un pastor pobre que está a punto de recibir el rechazo del Dios de sus padres.
Pasé después por Goya y juro que miré La pradera de San Isidro un poco molesto, no sé, decepcionado, quizá por no haber asistido a la fiesta, al amanecer.
¿Vais a escribir un guión? Genial. Espero leerlo pronto.
ResponderEliminarSi tio... es uno de nuestros proyectos de adultos inmaduros que se niegan a crecer. ¿Cuándo te vas a USA muchacho?
ResponderEliminarDiego ya es neoyorkino, come mal, bebe caro y lo cuenta en su blog (creías que éramos los únicos???)
ResponderEliminarEl guión estará en los mejores tugurios en cuanto nos pongamos un poco a desbarrar de la mano Luis y yo. Por lo demás, Luis tiene una vida de lo más francesa: surrealistas, bodegones y colas en el mercado...
P.D: en mi noche de san isidro no hubo drogas psicotrópicas...hasta las cinco de la tarde sin hacer trampas de ningún tipo
P.D 2: El mañaneo que recuerdo en San Isidro es exacto al que tuvo Goya, miro ese cuadro y es como volver a la charca a intentar atrapar patos y a apartar a los perros de Nancho Novo de mi bocadillo de chopedpork
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