
El sueño avanza por cada minuto de vigilia como un surtidor abierto taponado con algodones. Me aburre la perspectiva de dormir. Estoy esperando en casa la visita del delirio. La lluvia suena allá fuera como la canción de un coro de peces voladores. Cada pez nada o vuela sientiéndose el bendecido de Dios, pero Dios solo da pulmones a los anfibios.
Estaré recluido en casa hasta que la vida amordazada llegue a su fin.
ración de oreja para el mal de invierno!!
ResponderEliminar