J.D.Salinger

¿Sabes lo que me gustaría ser? ¿Sabes lo que me gustaría ser de verdad si pudiera elegir? (...) Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecerá una tontería pero es lo único que de verdad me gustaría hacer. Sé que es una locura.

Helmut Newton

Helmut Newton

viernes, 23 de julio de 2010


Una experta grafóloga le ha dicho a C. que, de momento, no hay peligro.

C. acude al banco hace una semana para retirar un aval y en la ventanilla le atiende una señora que interpreta su firma deliberadamente. Ante el acierto de las aproximaciones de la grafóloga y el asombro de C. la cosa discurre en una conversación apasionante sobre los conceptos más básicos de este arte de la interpretación subconsciente hasta que finalmente mi firma sale a relucir en la primera página de un libro de reanimación neonatal que C. lleva en el bolso (soy reanimador neonatal profesional, creo que nunca siquiera lo había mencionado).

La grafóloga experta, de repente, siente pavor. Detecta en mi firma rasgos de traumas interpersonales no superados, irascibilidad, tendencia a la marginalidad social autocontemplativa y, sintiéndose insegura de ir más allá, pide permiso a C. para mostrar una fotocopia de mi firma a su gurú, a la cual quiero imaginar sentada en un trono de marfil de algún templo grafológico junto a la M-30.

Ese mismo día me llama C. algo intranquila y me comunica la reunión del gabinete de expertos que van a estudiar mi caso. Tardan aproximadamente una semana en diseccionar mi garabato. Finalmente nos confirman que el ángulo de inclinación de mi firma, principal motivo de intranquilidad de la experta, ha sido sometido a un análisis minucioso en el que tan sólo se determina una cuantía de 35º, medido con transportador de ángulos. La cosa no parece tan preocupante; tras la consulta con la gurú el límite para la completa inanición del alma, la exclusión social y casi la psicopatía se encuentra en 45º de inclinación.

Estoy a 10º del aislamiento y la decrepitud social. Ahora ya en los bancos hasta te leen el alma, no vaya a ser que luego no quieras contribuir a levantar ésto entre todos.

Yo poco a poco voy a ir elevando el ángulo de mi firma, que como los espirituosos, cuanto más alto más arde la garganta.

1 comentario:

  1. yo creía que te dedicabas a sumergir a los nacidos en el lago sujetándolos por el talón

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