
Un par de días de convalecencia me sirven para descubrir reductos pendientes o sencillamente desconocidos. Paso la mañana del sábado escuchando las sinfonías 40 y 41 de Mozart mientras reviso en Youtube los mejores goles de Maradona, Van Basten y muchos otros grandes jugadores de los ochenta, esos a los que yo trataba de emular en el recreo. Parece que al futbol que yo veía cuando todavía las derrotas me hacían llorar le hayan aplicado algun filtro de imagen antiquísima.
Veo algunos buenos momentos que recuerdo de los primeros años noventa, el Real Madrid de Tendillo y Martín Vázquez, el de años más tarde con Michael Laudrup y Fernando Redondo (supongo que el único equipo que haya llegado a considerar como algo personal en toda mi vida), esos goles increíbles de Bebeto con el Deportivo de la Coruña, el Barcelona de Stoichkov y Romario, esa fabulosa Recopa de Europa del Zaragoza.
Me doy cuenta de que en algún momento me alejé del fútbol sin ninguna razón de peso, solo que los jugadores que a mí me habían cautivado se marchaban llorando en su última entrevista y con ello mi entusiasmo. Pero de repente en este Mundial me sorprendo gritando como un loco con los goles de la selección y supongo que es por algo. Quizá hasta ahora había estado conteniendo estos gritos y ahora me emociono porque me sale de los cojones y porque veo en los regates un arte total que me vuelve a conmover.
Me entusisma la frase de mi amigo G:
Es absolutamente indignante que tal y como estamos no echen fútbol por la televisión todos los jodidos días del año.
guapa foto, viva caminero aunque luego le pillaran con coca, y pantic, y vieri, y el cholo; hasta el junihno!
ResponderEliminarLuis que Grande eres
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