J.D.Salinger

¿Sabes lo que me gustaría ser? ¿Sabes lo que me gustaría ser de verdad si pudiera elegir? (...) Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecerá una tontería pero es lo único que de verdad me gustaría hacer. Sé que es una locura.

Helmut Newton

Helmut Newton

domingo, 6 de junio de 2010

Marc Chagall

Vuelvo de Maspalomas.

Lo mejor fue el último día cuando esperando a quien me llevara al aeropuerto tomo una cerveza en el piano bar. Estoy en la recepción de un apestoso resort y hay un pianista que se parece a Bebo Valdés y que se ha puesto a tocar Corcovado de Jobim mientras un banco de merluzos alemanes pasan por delante de él como si la música saliera en realidad de un altavoz que no se ve y estuvieran sometidos a la obligación de cruzar el océano de los resorts sin mostrar deferencia por nada, por miedo a ser devorados por los escualos. Yo aplaudo a cada canción, porque el silencio del hotel cuando termina el pianista de tocar es un silencio que me molesta, un silencio de impresora que imprime recibos y de camarero viudo que sigue picando hielo a pesar de que ésta era la canción favorita de su mujer. No tengo miedo a los escualos y voy disfrazado de pez mandarín. No tengo miedo a que el color me revele.

Este silencio se parece un poco al silencio del que vengo hablando en este blog. Como me he dado cuenta en seguida estoy haciendo compañía al pianista, que tiene cara de no estar muy a gusto, para que pueda seguir tocando una semana más sin sumergirse en el océano con pesos en los tobillos. Él también va disfrazado con una camisa rosa que probablemente odia. El color le ha dejado tirado en algún momento, pero yo sé que cuando llegue a casa le esperan sus cortinas de colores, esas que compró en un zoco de Tombuctú y que le vienen acompañando.

Creo que solo he visto otro tipo interesante en este viaje. El primer día voy a comprar tabaco al paseo marítimo, donde el faro. Hace calor. Un tipo pasea sin camiseta y tiene tres o cuatro cicatrices de heridas de bala en el pecho que se ha cubierto con crema de protección 50.

Mejor para el sol.

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