J.D.Salinger

¿Sabes lo que me gustaría ser? ¿Sabes lo que me gustaría ser de verdad si pudiera elegir? (...) Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecerá una tontería pero es lo único que de verdad me gustaría hacer. Sé que es una locura.

Helmut Newton

Helmut Newton

viernes, 18 de junio de 2010


Supongo que nunca he sido un gran científico, me quedo siempre en lo anecdótico. Si me disfrazas al perro con unas telas curiosas me creeré que estamos haciendo antropología en los confines chinos del salón, al lado del jarrón del mercadillo. El asombro lo tengo avanzadísimo, en eso no me gana ninguno de estos científicos domésticos prescindibles de los que me siento sitiado día a día. Pero es que a mí la ciencia hay que hacérmela entretenida, con títeres, carteles o algo, que si no prefiero irme a fumar a la barandilla.

Lo que me parece interesante es que a base de haber sobrellevado la ciencia del número perezoso con libros de caballerías, ahora resulta que entro en los pasillos de la ciencia, cojo lo que quiero en la despensa, y salgo con las manos a tono para hacer algún truco de magia fácil con huevos y pistachos.

Últimamente manejo al número, no ha sido fácil; para bien manejarlo hay que aprender también a dejarlo de lado. Es un poco como el pobre gordo de la clase que juega de portero, tú le dejas ahí entre los tres palos comiéndose el bocadillo, engordando para tapar más hueco y aunque a corto plazo es una faena que se olvide del esférico mientras le quita el amarillo al jamón, luego te cubre la portería entera y todo ha sido legal, a base de trabajo diario y marginación ya no te marcan ni un solo gol.

La ciencia es un bocadillo para gordos, y un gordo, a su vez, que crece y crece. Y nosotros somos chavales de escuela que nos merecemos dos hostias de hermano mayor. Pero luego de las dos hostias veo ésto y me da pena, y me acerco al gordo porque a su modo también me parece un héroe y hasta un caballero, y resulta que me hago amigo de la ciencia a fuerza tan solo de observar lo que pasa en el patio.

Yo que creía que íbamos a echar de menos a las mujeres, a ver si va a ser cierto que a quien echamos de menos de verdad es al gordo.

1 comentario:

  1. + 10. Con tus Krippendorf, tus Lorigas y tus barracas de feria deberías poder conquistar el número que deviene al flujo; la foto se sale!!

    ResponderEliminar