J.D.Salinger

¿Sabes lo que me gustaría ser? ¿Sabes lo que me gustaría ser de verdad si pudiera elegir? (...) Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecerá una tontería pero es lo único que de verdad me gustaría hacer. Sé que es una locura.

Helmut Newton

Helmut Newton

lunes, 5 de diciembre de 2011


La conversación de unos días atrás terminó dando un giro inesperado en torno al "gato de Schrödinger", paradoja cuántica sobre la que no tenía noticia.

Después, ya en casa, profundicé en la paradoja y encontré este texto que la aclaraba:

Cuando se habla de el "gato de Schrödinger" se está haciendo referencia a una paradoja que surge de un célebre experimento imaginario propuesto por Erwin Schrödinger en el año 1937 para ilustrar las diferencias entre interacción y medida en el campo de la mecánica cuántica.

El experimento mental consiste en imaginar a un gato metido dentro de una caja que también contiene un curioso y peligroso dispositivo. Este dispositivo está formado por una ampolla de vidrio que contiene un veneno muy volátil y por un martillo sujeto sobre la ampolla de forma que si cae sobre ella la rompe y se escapa el veneno con lo que el gato moriría. El martillo está conectado a un mecanismo detector de partículas alfa; si llega una partícula alfa el martillo cae rompiendo la ampolla con lo que el gato muere, por el contrario, si no llega no ocurre nada y el gato continua vivo.

Cuando todo el dispositivo está preparado, se realiza el experimento. Al lado del detector se sitúa un átomo radiactivo con unas determinadas características: tiene un 50% de probabilidades de emitir una partícula alfa en una hora. Evidentemente, al cabo de una hora habrá ocurrido uno de los dos sucesos posibles: el átomo ha emitido una partícula alfa o no la ha emitido (la probabilidad de que ocurra una cosa o la otra es la misma). Como resultado de la interacción, en el interior de la caja, el gato está vivo o está muerto. Pero no podemos saberlo si no la abrimos para comprobarlo.

Si lo que ocurre en el interior de la caja lo intentamos describir aplicando las leyes de la mecánica cuántica, llegamos a una conclusión muy extraña. El gato vendrá descrito por una función de onda extremadamente compleja resultado de la superposición de dos estados combinados al cincuenta por ciento: "gato vivo" y "gato muerto". Es decir, aplicando el formalismo cuántico, el gato estaría a la vez vivo y muerto; se trataría de dos estados indistinguibles.

La única forma de averiguar qué ha ocurrido con el gato es realizar una medida: abrir la caja y mirar dentro. En unos casos nos encontraremos al gato vivo y en otros muerto. Pero, ¿qué ha ocurrido? Al realizar la medida, el observador interactúa con el sistema y lo altera, rompe la superposición de estados y el sistema se decanta por uno de sus dos estados posibles.

El sentido común nos indica que el gato no puede estar vivo y muerto a la vez. Pero la mecánica cuántica dice que mientras nadie mire en el interior de la caja el gato se encuentra en una superposición de los dos estados: vivo y muerto.

Esta superposición de estados es una consecuencia de la naturaleza ondulatoria de la materia y su aplicación a la descripción mecanocuántica de los sistemas físicos, lo que permite explicar el comportamiento de las partículas elementales y de los átomos. La aplicación a sistemas macroscópicos como el gato (...) nos llevaría a la paradoja que nos propone Schrödinger.

Conforme leo la paradoja cuántica del gato no dejo de preguntarme si no será que ando yo encerrado en una caja, si no estaré siendo la víctima de terribles fuerzas mecanocuánticas impredecibles, si no estaré vivo-muerto, cambiando de parecer en cada parpadeo. En mi investigación banal me topo con una respuesta en la "decoherencia cuántica", término con el que se designa al fenómeno mediante el cual las partículas cuánticas forman cuerpos más grandes que, sin embargo, se comportan de manera clásica.

Cuando llega la noche, grande, clásico y en mi aburrimiento, me dedico a mirar los comienzos de los libros de la estantería, exclusivamente los comienzos, como abriendo los lomos para ver si la letra está viva o muerta, para recibir mi ración de veneno en todo caso.

De entre todos los comienzos, majestuosos algunos, ninguno me ha animado más a dormir que el de James Ellroy:

Siempre se pinchaba a la luz del televisor.

1 comentario:

  1. Quizá las avestruces conocen la paradoja y la usan como último recurso. Meten la cabeza en la arena y confían en que, al no verlo, su enemigo estará y no estará al tiempo. Luego alguien les corta el cuello (una medida) y da fin a la paradoja mediante la única fórmula que el ser humano conoce: la muerte. Qué se lo digan al gato.

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